Alba Emoting y Educación





En 2009, bajo la supervisión de Susana Bloch, se hizo el primer “Taller Emocionante”, experiencia piloto dirigida por Luz María Del Valle, en la Escuela 20 de niñas Arturo Alessandri Palma de Estación Central, Santiago de Chile, donde se trabajó con alumnas en riesgo social (violencia intrafamiliar, abandono, etc.).
La experiencia resultó en una notable evolución de las niñas en autoconocimiento, expresión emocional, empatía y tolerancia. Demostraron ser capaces de manejar sus emociones en situaciones concretas como la prueba SIMCE y mejorar sus relaciones interpersonales.
El "Taller Emocionante" fue recomendado por la UNESCO como Innovación en Educación, dentro de la Red de Innovaciones Educativas Para América Latina y el Caribe (www.redinnovemos.org).

A partir de esta exitosa experiencia, las instructoras de Alba Emoting participantes, con autorización de Susana Bloch, formaron el equipo de Educa Emocionar, que hoy cuenta con seis profesionales y continúa la labor de enseñar el método  en el ámbito de la Educación.

Etapa preescolar

Las expresiones físicas de las emociones son connaturales al ser humano. A edades tempranas, todavía están presentes de manera más pura, pero a menudo los adultos negamos ciertas emociones que ellos perciben en nosotros, o bien tratamos de impedir que sientan las que consideramos "negativas". Esto produce confusión durante el aprendizaje.
En esta etapa el método Alba es una herramienta práctica y sencilla para que los niños aprendan a reconocer las emociones, distinguir su utilidad y razón de ser (¿para qué sirve la rabia? ¿Para qué sirve el miedo?), separar los conceptos de emoción y conducta y regular intensidad y duración de las emociones de manera autónoma.
Alba Emoting facilita también que los educadores y adultos significativos aprendan a expresar emociones claras en el trato con los niños, puedan ayudarlos a reconocer emociones mixtas y promover el desarrollo de su inteligencia emocional en el día a día.

Educación Básica

En esta etapa, se trabaja en talleres grupales donde se enseña a reconocer y usar los  patrones efectores emocionales a partir de cuentos, juegos y ejercicios.
Además del autoconocimiento y la capacidad de “leer” en el cuerpo de los demás las emociones que están sintiendo, los niños de estas edades descubren en el método Alba herramientas para desarrollar la empatía y provocarla, además de elegir, de manera autónoma, qué emoción les conviene más en cada momento, por ejemplo, para concentrarse mejor (con excelentes resultados en casos de déficit atencional), relajarse, hacerse escuchar, discutir, poner límites, acoger a otros, tener la actitud adecuada para acercarse a nuevos amigos o manejar el estrés de situaciones intensas como hablar en público o ser evaluados.  Así, ante una misma situación, como una prueba, por ejemplo, unos niños preferirán respirar la ternura, para calmarse si están ansiosos, mientras que otros elegirán la rabia, para concentrarse y otros simplemente buscarán un estado neutro, para salir de alguna emoción que los está complicando, como las ganas de llorar (algo que también pueden hacer entrando en la alegría). No es el profesor quien les recomienda qué hacer, sino que son ellos los que adquieren dominio de su propio cuerpo y se sienten así más cómodos, sabiendo que las emociones no se pueden controlar, pues vienen y las sentimos, pero sí podemos controlar nuestro cuerpo para salir de ellas o vivirlas más profundamente  si así lo deseamos.

Educación Media

Los adolescentes están sometidos a grandes presiones sociales y enormes cambios biológicos,  que les significan fluctuaciones en el estado de ánimo y, muchas veces, dificultad para la comprensión y expresión adecuada de las emociones. En estas edades,  dependiendo del estilo de cada colegio, institución o familia, se puede hacer talleres semejantes a los de los adultos, incluyendo todas las emociones y usando los patrones efectores emocionales con intensidad, de modo de invitarlos a descubrir las emociones en su “nuevo” cuerpo, manejarse mejor con ellas y adquirir así mayor seguridad. Una mejor expresión de las emociones básicas y comprensión de las emociones mixtas les permite una comunicación más certera, tanto entre sus pares como frente a los adultos.
Se han reportado excelentes resultados en manejo de estrés para estas etapas, también para distinguir claramente las diferencias entre el amor de pareja y la ternura (amistad, amor filial, parental, etc.), facilitando una relación más natural con el erotismo, que muchas veces se concibe de maneras fantasiosas y erradas frente al bombardeo multimedia al que se encuentran expuestos. Por ejemplo, una de las ideas que sorprenden a los jóvenes es que la emoción del erotismo es muscularmente relajada, por lo que es necesario que exista confianza y seguridad para sentirla en plenitud.

El patrón del erotismo (o amor de pareja)

Desde el punto de vista biológico-evolutivo, lo que coloquialmente llamamos “amor” se divide en dos emociones radicalmente distintas: la primera es la ternura, que corresponde al amor que mantiene a la “tribu” unida y que nos lleva a cuidar al más débil. Sin esta emoción, no tendríamos la tendencia a cuidar a los bebés, por ejemplo. Proviene del amamantamiento y se extiende hacia las relaciones de amistad, familia y demás espacios sociales. La amabilidad, por ejemplo, se expresa con movimientos provenientes del patrón de la ternura.
La segunda emoción, evidentemente imprescindible para la continuidad de la especie es el erotismo, que en su máxima expresión lleva a la relación sexual, pero también este patrón se encuentra en las bases de relaciones de admiración frente a algo bello, éxtasis religioso, romance y distintas situaciones cotidianas del ser humano.
Por lo general, en edades más tempranas no enseñamos a los niños el patrón del erotismo, sino un acercamiento sutil a lo que llamamos “amor de pareja”, exceptuando en los casos de abuso sexual, cuando es muy necesario que los niños puedan distinguir en qué emoción se está acercando el adulto. Sin embargo, ya en edades en que el cuerpo está desarrollado biológicamente para la relación sexual, y dependiendo del enfoque de cada organización o familia, es posible enseñarles el patrón natural del erotismo para que puedan reconocerlo en sí mismos y en los demás de modo de ajustar su conducta desde una elección consciente y no verse sobrepasados por los cambios biológicos o la presión social.




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